El éxito en el trabajo tiene una serie de máximas a cumplir. Un área principal son las habilidades blandas (soft skills), y van desde la carrera profesional, el autoconocimiento, la experiencia, hasta contar con ciertos atributos, como la empatía, la inteligencia emocional, la capacidad de escucha, la gestión de las emociones, la administración del tiempo, la iniciativa, la responsabilidad, la amabilidad y la pericia para solucionar problemas, entre otras, que definen cómo es una persona y cómo se enfrenta a diversas situaciones.
Estas habilidades no se enseñan en las instituciones académicas como sucede con las habilidades duras (hard skills), que son los conocimientos y lo que las personas saben hacer. Las soft skills son la combinación de las habilidades sociales, de comunicación, de la forma de ser de cada individuo y de distintas experiencias que surgen durante la convivencia con los demás.
El punto es que cada vez son más importantes para el mundo laboral, porque mejoran la relación entre personas y permiten tomar mejores decisiones. Por ello, los gerentes de recursos humanos se preocupan por contratar cada vez más personas que posean estas habilidades, que son difíciles de evaluar, medir y localizar.
De hecho, los profesionales comentan que es más fácil encontrar personas que saben mucho y que poseen una buena formación académica, que aquellos capaces de relacionarse con los demás, con buena actitud, ordenados, puntuales, con iniciativa y con capacidad para trabajar en equipo y para resolver conflictos.
Tampoco hay mucha oferta de personas que, por lo menos, alcancen un punto medio. Sin embargo, lo importante es que estas habilidades aportan cada vez más valor a la organización y los especialistas del recurso humano seguirán contratando gente con habilidades sociales, como la resiliencia, la flexibilidad, la capacidad de adaptación y el grado de autonomía.
La buena noticia es que las habilidades blandas se pueden aprender o desarrollar en cualquier momento a través de la formación y la capacitación, para integrarlas posteriormente en el día a día. Pero, para ello hay que conocerse a sí mismos y marcarse objetivos claros. Ayuda también reconocer las fortalezas y debilidades, porque somos los únicos responsables de nuestra conducta en el entorno en el que nos desenvolvemos.
Adicionalmente a esto, se da otro escenario que vale la pena mencionar. Y es que, mientras las empresas valoran las habilidades blandas en los candidatos, estos quieren trabajar en empresas en donde se sienten valorados. Para ellos, es importante evaluar el ambiente de trabajo, el equipo y el puesto vacante.
De cualquier forma, las habilidades sociales serán cada vez más relevantes en la contratación, ya que los gerentes valoran contar con una amplia visión de la productividad y el potencial de cada candidato, en la misma medida que los trabajadores requieren una amplia visión de la empresa, saber en qué consiste y conocer los objetivos del puesto. Y esto se evidencia en el alto porcentaje de colaboradores que abandonan las empresas por no sentirse identificados con la cultura o con las formas de trabajar.
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